sábado, 7 de mayo de 2011

BERT HÖLLDOBLER El señor de las hormigas

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73 años, es profesor de la Universidad de Arizona y está considerado uno de los mayores expertos del mundo en insectos sociales y, muy en especial, en las hormigas.

Esclavitud, migraciones, obras de ingeniería, desfiles militares... Las hormigas son una increíble estructura social que apasiona a Bert Hölldobler desde su infancia. Convertido ahora en el mayor experto del mundo, nos cuenta cómo funciona este `superorganismo´. Lea y se lo pensará dos veces antes de aniquilarlas.



Cuando era niño, me dejaron tener una colonia de hormigas rojas en mi habitación. Eran unos insectos muy hermosos, de color castaño rojizo, brillante. Al poco tiempo, me di cuenta de que salían a buscar comida por la noche y por eso colgué una nota en la puerta de mi cuarto que decía que sólo se podía pasar el aspirador por la tarde.» Quien recuerda es Bert Hölldobler, de 73 años, que lleva toda la vida centrado en el estudio de los enormes estados que construyen las hormigas. Este científico, el mayor experto del mundo en insectos sociales, es el autor de Superorganismo. Tras leerlo, uno se lo piensa muy mucho antes de aplastar de un pisotón a una de estas diminutas joyas de la naturaleza.


«Son fascinantes. Sólo hay que fijarse en la hormiga legionaria. Un clan entero en marcha constante que actúa como una única ameba; una colonia de cientos de metros de largo que recorre la selva llevándose consigo todo lo que encuentra a su paso. Transportan hasta a sus presas, ya que estas hormigas no crean hormigueros permanentes.»


Para Hölldobler, la magia de las hormigas reside en que no funcionan de forma individual, sino como un todo. Es como si la evolución no hubiera actuado sobre los individuos, sino sobre la colonia en su conjunto. «Por ejemplo, las hormigas cortadoras de hojas. Estos insectos usan las hojas para alimentar con ellas a un tipo concreto de hongos que luego les sirve a ellas de comida. ¡Agricultura en toda regla! Y para ello han creado un sistema organizado al milímetro, con soldados descomunales y obreras grandes, medianas y pequeñas. Las medianas cortan los fragmentos de hojas en porciones más pequeñas. Las otras se ocupan de recolectar la parte nutritiva del hongo. Cada uno de estos grupos está presente en porcentajes fijos. Si eliminamos a las supersoldado, las obreras empezarán a dar más alimento a las larvas para que crezcan más y seguirán haciéndolo hasta recuperar el número exacto de soldados que había al principio. Son como un organismo reconstruyendo un tejido.»


La organización del trabajo entre las hormigas es comparable al funcionamiento de nuestro cuerpo a nivel celular. «Algunas de nuestras células se desarrollan para convertirse en hepáticas y otras, en cerebrales, aunque todas compartan la misma herencia genética; en los insectos sociales, una larva se puede convertir en reina, en soldado, en obrera... Las larvas están genéticamente preparadas para todas estas funciones.»


La reina, según este esquema, sería la superespecialista en reproducción: llega a poner hasta 29.000 huevos al día. Las soldado actuarían como el sistema inmunitario y los hormigueros podrían ser la piel de la colonia.


«Las hormigas cortadoras de hojas construyen enormes nidos que pueden alcanzar los ocho metros de profundidad y extenderse por 50 metros cuadrados. Se han encontrado túneles totalmente rectos de 90 metros de largo de los que salían otras avenidas secundarias que llevaban a los criaderos circundantes. Para unos insectos tan pequeños, sería el equivalente de la Gran Muralla para los humanos. Además, excavan pozos de ventilación, ya que los hongos de los que se alimentan producen gran cantidad de dióxido de carbono. Incluso crean cámaras para desechos, donde la temperatura siempre es dos grados más alta que en el resto del nido.»


¿Y dónde se encuentra el cerebro de toda la colonia? ¿Quién coordina todas las actividades? «Todo el estado de las hormigas es el cerebro. En los humanos, una neurona aislada no es nada por sí sola. Algo similar ocurre con las hormigas: si se unen y se organizan en un sistema de reparto del trabajo, son capaces de hacer cosas que superan con mucho las capacidades de un solo individuo.»


Su coordinación es tal que, cuando las hormigas que cuidan los hongos perciben que las ha atacado un tipo parásito, las hormigas de fuera que cortan las hojas lo saben. No tienen contacto directo con los hongos, pero lo saben. De alguna manera reciben esta información. Finalmente, cuando los hongos mueren, sólo queda una opción: emigrar.


Así comienza el éxodo de un pueblo de millones de individuos. «¡Es increíble! Ves a los primeros insectos sacando del hormiguero fragmentos intactos de hongo; luego sale el resto de la colonia con lo que queda de los hongos; y, por último, la reina con sus guardaespaldas. A la mínima alarma, la ocultan debajo de una hoja rodeada por las soldado.»

ENTOMOLOGÍA




¿Pero cómo encuentran las hormigas un lugar adecuado para volver a empezar? Para este científico, es una de las preguntas más fascinantes. Y trata de resumir la respuesta en una anécdota: «Una vez pedí que me enviaran hormigas desde Italia. El paquete estuvo un día entero sobre mi escritorio. Cuando lo abrí, estaba vacío, no había ni una dentro. `Maldita sea´, pensé. Y entonces vi pasar un par de ellas. Les eché algo de comer y las seguí hasta la única maceta de la habitación. Allí estaban todas. Se ve que el paquete no terminaba de gustarles y enviaron exploradores. Descubrieron la maceta y la dieron por buena. Primero mandaron un equipo para prepararlo todo y luego tuvo lugar la mudanza; en el centro de la comitiva iba lo más valioso: la reina. ¡Todo eso, en una sola noche!»


Para averiguar por qué se deciden por un lugar y no por otro para instalarse, un colega de Hölldobler puso a disposición de sus hormigas varios nidos. Comprobó, admirado, que cada explorador que encontraba un lugar adecuado intentaba reclutar a otros que a su vez, si se convencían, pasaban a publicitar ese posible nido. «Hacían marketing de sus emplazamientos. Hasta que finalmente llegaron a un acuerdo.» Cómo llegan a ese punto sigue siendo un misterio. Desgraciadamente, no sabemos cómo están programados los cerebros de las hormigas.


En lo que la ciencia sí ha avanzado es en la comprensión de algunos comportamientos. Por ejemplo, Hölldobler ha investigado cómo se desarrollan las exhibiciones militares a las que recurren para medir su fuerza frente a otro rival. Para ello grabaron en vídeo a individuos aislados durante el desarrollo de estos torneos. «Y nos dimos cuenta de que la mayoría simplemente se estira, adopta una pose y no se mueve del sitio. Sólo cierto grupo de hormigas más pequeñas recorren el escenario a toda velocidad y comprueban la identidad de los contendientes, compañera, rival, compañera, rival...

También son las que corren al hormiguero para traer refuerzos si se han encontrado con demasiados rivales. Estas hormigas, que funcionan como el órgano de los sentidos del superorganismo, son las que reúnen la información, mientras las más grandes se limitan a mantener la pose: representan para la colonia lo que la cornamenta para los ciervos.»


Para descubrir el origen de esta sorprendente variedad de comportamientos hay que remontarse 120 millones de años, cuando una especie de avispa perdió sus alas: había empezado a conquistar el suelo de los bosques y ya no las necesitaba. Sin embargo, ese insecto todavía no se había convertido en la especie dominante que es ahora. Para ello tuvieron que pasar de insectos solitarios a una colonia más bien primitiva.


Algunas especies de hormigas se encuentran aún en esa fase transitoria. En ellas, las obreras casi tienen el aspecto de reinas: hasta el 80 por ciento tiene los ovarios desarrollados y podría producir descendientes. Cuando la reina muere, se desatan luchas por el poder. La hormiga que se acaba imponiendo es la siguiente que puede reproducirse. Por supuesto, estos enfrentamientos dañan el bienestar de la colonia y limitan su crecimiento.


Sin embargo, en un momento dado algunas especies sufrieron un cambio radical: las obreras perdieron su capacidad reproductiva. De esa forma dieron paso a colonias enormes, con millones de individuos estériles. Así surge un auténtico superorganismo capaz de dominar territorios cada vez mayores. En la actualidad, las hormigas de la selva amazónica suponen una biomasa mayor que todos los pájaros, mamíferos, reptiles y anfibios juntos.


Hölldobler descarta que el cerebro de las hormigas evolucione y se haga más complejo, pero «sabemos que cada individuo tiene alrededor de un millón de neuronas en su cabeza. Sabemos que puede aprender con ellas. Y seguro que almacena y procesa experiencias muy diferentes. ¿Por qué no podría haber entonces hormigas que, gracias a su experiencia, llegaran a convertirse en unas cazadoras excepcionales? Le daré un ejemplo: en Arizona he estudiado hormigas que cazan termitas. Un día vi que algunos individuos se colocaban delante del nido de otro clan y ehttp://www.blogger.com/img/blank.gifsperaban a que sus ocupantes volvieran a casa.

Cuando una de las hormigas vecinas volvía con una termita, la asaltaban, le robaban el botín y salían corriendo. Las estudié durante dos semanas. Día tras día, las mismas bandoleras se apostaban delante del mismo nido. En lugar de cazar con el sudor de su frente, como sus compañeras de hormiguero, habían aprendido a robar al prójimo».

C. Gómez

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